viernes, 9 de marzo de 2007

¡No me gusta el pescado! (2ª Parte y final)

Aqui teneis la segunda parte de esta historia corta, para este fin de semana. Espero vuestras opiniones ahora que esta completa!

Feliz fin de semana a todos!!!

Os pongo el link para la 1ª PARTE

continuación....

Akari fue a vivir con su tío Octavio, y el hombre se lamentaba de la tragedia de su hermano, aunque no mostraba nunca su preocupación a su sobrino. Octavio no sabia como hacerlo para tirar para adelante, a duras penas conseguía pescar un pez al día, como lo haría para alimentar dos bocas.

Cada mañana cuando el gallo cantaba, Octavio ya estaba en la playa, empujando su triste y vieja barca y adentrándose en el imprevisible mar. Cuando conseguía un par de peces volvía hacia casa, dejaba bien amarrada la barca y se iba al pueblo a cambiar uno de los peces, por un trozo de verdura, unas patatas o algún huevo, ya que la carne era muy cara en aquellos tiempos tan difíciles.
Una vez hecho el cambio, volvía hacia casa y se ponía a hacer la comida. Como que a su sobrino no le gustaba el pescado por las espinas, su tío se dedicaba a limpiar bien el pez cada día; hervía una patata, unas endibias, y se las daba junto con el pescado, y Akari sin complejos decía – Tío!, no me gusta el pescado- y su tío le respondía, - Es lo único que te puedo dar, te hará bien- Akari refunfuñaba y tardaba mucho rato removiendo el pescado por el plato en busca de espinas que finalmente no encontraba y acababa comiéndoselo todo, al día siguiente se repetía la misma historia, Tío!, no me gusta el pescado – y recibía la misma respuesta, y acto seguido se iba su tío otra vez a la cocina y dejaba a su sobrino comiendo. Los días iban pasando, y semana tras semana se repetía la misma melodía.
Su tío, aunque era pobre, había sido un hombre fortachón y vigoroso, i des de que cuidaba Akari había ido perdiendo su espíritu, ahora se había quedado esquelético, iba todo encorvado, y a duras penas era capaz de empujar la barca mar adentro, pero siempre que volvía traía consigo los dos peces. Su rostro mostraba un cansancio fuera de lo habitual, y así pasaron dos años, cualquiera que lo hubiera visto no se lo creería, Octavio estaba pálido, debía pesar unos cincuenta quilos, se le veían todas las venas, y ya ni siquiera era capaz de levantar los pies del suelo, solamente podía a duras penas arrastrarlos, se había ido envejeciendo de forma estrepitosa, parecía que tuviera cien años. No podía ser de otra forma, cada día se repetía la misma melodía; - Tío!, no me gusta el pescado- y su tío, con una voz apagada y sin fuerza le respondía, - Es lo único que te puedo dar, te hará bien- y como una alma en pena se arrastró hasta la cocina, dejando a su sobrino con el plato en la mesa. Ese día, Akari se levantó sin apenas suspirar, para que no lo oyera su tío, había crecido, se había hecho fuerte, y no parecía ya aquel niño canijo de siete años; se dirigió hacia la cocina.
A Akari se le cayó el alma a los pies al ver aquella estampa desoladora, su tío, arrodillado en el suelo al lado de la sucia chimenea, todo encorvado y con sus mugrientas manos sostenía una espina de pescado que iba royendo, Akari le dijo - ¿Qué haces tío?- y le respondió – A mi no me gustan las espinas.

3 comentarios:

Lourdes dijo...

Impresionante!! Cada vez que la leo me gusta más!!
Pedazo de lección vital!
Buen finde

Anónimo dijo...

Que història tan triste y tierna al mismo tiempo!!!!
Sólo un comentario ; no traduzcas de un idioma a otro! Se pierde un poco de la tensión

Unknown dijo...

Que tal guapo! El relat... La primera part fluixeta, pro la segona m'ha agradat, més directa i millor escrita, molt bé! I tenen raó, no tradueixis, en l'idioma original millor! Bé, ja passaré a veure si postejes alguna cosa més de tu arte, peaso nenaaaa!! 1 pto presioza, que vives en un mundo presiozo! Pero no lo sabes!