¡No me gusta el pescado! (1ª Parte)

Aqui os dejo mi primera historia corta, la he fragmentado para poderla enviar por partes y no agobiaros. Espero que lo disfruteis. Y si alguien quiere mandarme una ilustración, la añadiré para decorar. (También podeis hacer el cómic)


A finales del siglo XVIII, Reus no era más que una pequeña villa, la gente iba viviendo, era una época muy mala, donde los bandidos cada dos por tres eran la noticia de la plaza, todo esto nos hace fijarnos en el pobre Akari.

Akari no era más que niño de 7 años de una familia adinerada de Reus, era un niño muy activo, consentido y caprichoso. Un domingo al salir de misa, Akari se puso a protestar a sus padres porque quería ir al campo, que quería ir a “la Mussara o Les Borges…”, i su padre frunció el ceño, y recordaba el trabajo que tenia que acabar para el lunes, y sabía que si no se lo consentía aún sería peor, y no le dejaría ni trabajar por la tarde, así que acabaron accediendo a las peticiones del niño, como de costumbre.

Debían ser sobre las cinco de la tarde que emprendieron el camino de vuelta, cuando, al girar una curva cerrada con su carruaje, fueron sorprendidos por un grupo de bandidos que les estaban esperando. Así que asomaron la cabeza, el padre sacó el trabuco que llevaba consigo en la faja, y no tardó en disparar, instantáneamente los bandoleros respondieron con el mismo sello, el ruido era espantoso, empezó a parecer una noche de tormenta, el cielo oscureció bajo el humo de los trabucos, y el ruido ensordecedor emulaban los truenos desgarrando el cielo que los sostiene. Segundos después, el silencio empapó aquella escena, que poco a poco se quitaba aquellas prendas de humo que enturbiaban a cualquiera que los mirara, y dejándonos a relucir una estampa desoladora , el carruaje donde iba toda la familia destrozado, dos cuerpos antes llenos de vitalidad segados por un destino caprichoso, y una inocente criatura que salió de debajo de un saco de centeno, toda atemorizada por el suceso que había protagonizado. Con el escándalo de los disparos, los caballos asustados, se lanzaron a galope en una embestida inesperada, arrollando a los bandidos que querían retener el carruaje.
Los valientes ecuestres, conducidos como por un àngel, no pararon hasta llegar a la villa, y cuando los pueblerinos vieron el carruaje, gritaban como locos, y un corro rodeó el carro en unos minutos, y de debajo de los cadáveres de sus padres surgió el niño sudado, llorando con una voz que apenas podía salir de su seca garganta de tanto gritar.
Los vecinos del la familia, recogieron al niño y lo adoptaron, pues había quedado huérfano y sin familia en la villa, y no sabían quien cuidaría de él. A la mañana siguiente, el vecino de enfrente recordó que al niño aun le quedaba un pariente a las afueras de Cambrils, se llamaba Octavio, un pobre pescador hundido en la ruina que a duras penas sobrevivía con lo poco que el mar le daba.